Es frecuente escuchar que en las aulas infantiles solo se juega. Como si se desprestigiase el juego infantil y se menospreciara la labor del docente. No obstante, las aulas infantiles son testigos de cientos de miles de conexiones cerebrales al día. Estas conexiones pasan desapercibidas por las familias, maestros e incluso por el niño que las realiza, pero cada vez que deja el aula lo hace con un córtex cerebral más rico en conexiones sinápticas, y muchas de ellas son gracias al juego.
El juego es una parte importante de la vida y, por ello, la escuela infantil debe incluirla como actividad principal en la planificación escolar. Se ha comprobado que, aquellos programas en los que el alumnado tiene un papel activo y significativo en el juego tienen un mayor porcentaje de éxito en los objetivos curriculares.
Aunque incluir el juego en las sesiones didácticas ha demostrado ser beneficioso en el aprendizaje, hoy quiero hacer énfasis en el juego libre. Por ello, en este post te explico qué es el juego libre y algunos de los beneficios de usarlo en Educación Infantil.
¿Qué es el juego libre?
Es una actividad placentera y voluntaria cuyo objetivo es el juego en sí mismo. Dicho de forma sencilla, el juego libre es lo contrario al juego dirigido o estructurado. Son los niños quienes deciden cuándo, cómo y con qué se juega. Son ellos mismos quiénes establecen las reglas y la duración de la actividad.
Existen muchas formas de definir el juego libre, no obstante, los profesionales en educación suelen coincidir en que esta actividad cumple estas características:
- es voluntario
- es espontáneo y permite desplegar la iniciativa
- no tiene ningún objetivo extrínseco pero satisface necesidades o deseos propios
- es placentero y divertido
- es activo
- es motivante y absorbente
- puede contener algunos elementos de juego dramático o simbólico.
- el papel del adulto es de intervención mínima. No debe generar el juego, pero sí puede participar y promoverlo.
El juego guiado ha demostrado en diversos estudios ser efectivo en la vida académica, pero, ¿es el juego libre igual de beneficioso o es simplemente un método eficiente para liberar energía?
La respuesta a esta pregunta es que sí, el juego espontáneo es una herramienta evolutiva esencial para el desarrollo. Y, por ello, a continuación destacamos algunas de los beneficios principales que proporciona el juego libre al aprendizaje y al cerebro de los pequeños.
Beneficios del juego libre
Desarrollo cognitivo
El juego es un mecanismo natural que está arraigado en nuestros genes. Como es natural y está prescrito en nuestra genética, no es aleatorio: El juego tiene una función en el desarrollo del cerebro.
Como bien dice Struart Brown “el juego parece ser uno de los métodos más avanzados que la naturaleza ha creado para permitir que un cerebro complejo se cree a sí mismo”. Cada vez que jugamos nuestro cerebro presenta cambios: realiza más conexiones sinápticas, segrega hormonas y neurotransmisores…
Por ejemplo, el juego activo produce niveles altos de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), una proteína que es imprescindible para la plasticidad neural y la neurogénesis, sobre todo si hay una actividad física involucrada. También se ve favorecida la densidad de la columna de la corteza prefrontal medial, su longitud dendrítica y complejidad.
Incluso los juegos más sencillos como la manipulación de un objeto tridimensional, ya supone un buen estímulo para nuestro desarrollo cognitivo.
Dicho de otra forma, el juego modifica la composición y estructura de nuestro cerebro, haciendo más fácil la memorización de conceptos, el pensamiento reflexivo, la atención y el autocontrol.
Desarrollo lingüístico
Otra de las áreas que más se beneficia del juego libre es el lingüístico. Según los estudios, los niños y niñas utilizan sus habilidades lingüísticas más avanzadas cuando están relajados jugando.
Las situaciones que crean cuando están jugando, permite que usen expresiones, palabras y estructuras nuevas o refuercen vocabulario ya aprendido. Juegan con el lenguaje sin presiones y disfrutan utilizándolo. Además, al interactuar con niños de distintas edades y entornos, se benefician de una diversidad y exposición mayor de lenguaje.
Sobre todo, durante el juego simbólico podemos observar cómo recrean historias y situaciones y, consecuentemente, cómo adaptan su lenguaje, entonación y forma de expresarse para ajustarse mejor a ese contexto que han creado.
Desarrollo del pensamiento lógico-matemático
El desarrollo matemático también saca provecho del juego libre. Es muy obvio al observar el alumnado jugar libremente con los bloques de construcción. La rapidez con la que aprenden muchos conceptos de esta área durante esa experiencia, sin intervención externa, es simplemente fascinante.
A través del juego son capaces de explorar y experimentar con el espacio, magnitudes, números…por sí solos. Hacen todo esto con motivación, sacando sus propias conclusiones y disfrutando de equivocarse.
Sin si quiera ser conscientes de ello, están aprendiendo principios matemáticos del conteo como la correspondencia uno a uno, cardinalidad, irrelevancia en el orden; a comparar magnitudes de forma directa o indirecta, a reconocer formas geométricas, a desafiar las leyes de la gravedad, etc. Según un estudio, el 46% de aprendizaje durante el juego libre era de raíz matemática.
Adaptabilidad, riesgo y estrés
Como venimos diciendo a lo largo de todo este post, el juego libre es necesario para el desarrollo de algunos seres vivos, especialmente para el ser humano. A parte de tener en cuenta todos los beneficios que podría aportar al ámbito académico y cognitivo, también tiene su propósito en la supervivencia, siendo este, quizá, el objetivo más importante. De hecho, las Naciones Unidas declaran el juego un derecho universal de los niños y niñas en el Artículo 31.
El juego es parte de nuestro desarrollo evolutivo y es esencial para mantenernos sanos y desarrollar habilidades básicas para sobrevivir en nuestro mundo complejo. Al estar exento de los riesgos de la vida real, nos proporciona estrategias que nos permiten movernos por el mundo y saber adaptarnos a la realidad con sus posibles peligros. Desde la relajación, los niños y niñas aprenden a explorar, resolver problemas, relacionarse con los demás, respetar normas, lidiar con el estrés del día a día y a tomar sus propias decisiones.
Es importante tener en cuenta que los niños no tienen control sobre su vida ni lo que ocurre durante una jornada. Por ello, la experiencia de tomar decisiones y tomar el control de su actividad le permite también formarse como un actor social y tener un papel más activo en su vida, sin correr verdaderos riesgos.
Habilidades sociales y competencia interpersonal
El juego espontáneo también es esencial para desarrollar la competencia social y aprender a gestionar las emociones. La participación en el juego libre con otros niños y niñas permite a los peques conocerse mejor como actores sociales a través de las relaciones con los otros.
No solo aprenden qué es tener control, sino que también aprenden que es perderlo y cómo lidiar con su pérdida. Siendo así, gracias al juego se desarrollan competencias interpersonales como negociar, tomar turnos, ser empático y aceptar diferencias. Además, ayuda a los niños a crear vínculos y amistades.
Desarrollo de la creatividad
En la escuela, en casa, en las academias o actividades extracurriculares… los niños están constantemente recibiendo órdenes y consignas acerca de cómo realizar actividades. Estas instrucciones explícitas, aunque a veces puedan ayudar a comprender mejor la materia en cuestión, limitan la creatividad del niño.
Durante el proceso creativo, es importante la toma de decisiones y en el juego libre es el niño quien está al cargo de todas las decisiones. En este momento el niño es libre, está relajado se siente seguro, autodirige su propia actividad y es espontáneo. Esta combinación perfecta permite que pueda acceder a su parte más imaginativa.
…en conclusión
Después de ver la cantidad inmensa de estudios que hay al respecto, es increíble lo devaluado que está el juego libre en nuestra sociedad. Lejos de ser una pérdida de tiempo, el juego permite a los peques realizar conexiones nuevas, aprendizajes duraderos y que se centren mejor en tareas que requieran atención.
El juego, una palabra que a menudo se le atribuye ser la opuesta de productividad, ha demostrado estar relacionada con buenos resultados académicos: aquellos niños que juegan más tienen mejores resultados en la escuela que aquellos que juegan menos. “El juego no es el enemigo del aprendizaje, sino es el compañero del aprendizaje” (Stuart Brown).
En definitiva, además de beneficios como la liberación de energía, la integración de las habilidades sensoriales, el desarrollo motor y la exploración del mundo, jugar permite a los pequeños desarrollarse cognitiva, social y personalmente… ¿por qué, entonces les limitamos sus ratitos de juego libre?
Si quieres aportar algún otro beneficio del juego libre, anímate a compartirlo con el resto de la comunidad The Indian Lion.
Es muy interesante GIovi y mi jefa ordenando siempre hacer juego dirigido
A veces está bien el juego dirigido, pero hay que dejar que los niños y niñas tengan sus ratitos de libertad, dentro y fuera del aula.
PY
Te faltan dos letras: P- LA- Y
?